Ella es una mujer “tuerca” que se enamoró de un amante de los autos y todo indica que su hija Pascal (5) seguiría el mismo camino. Esta es la historia de María José Araya y Max Cortés, una pareja que lleva 7 años juntos y casi tres con su emprendimiento “Paskigarage”.
Los papás de María José tenían un negocio de repuestos de autos y a ella siempre le gustó ayudar y aprender. A los 18 años entró a estudiar ingeniería en mecánica automotriz, pero por cosas de la vida logró llegar sólo al nivel técnico. En su juventud corría en auto en cuarto de milla en autódromos, en distintas categorías y lleva años organizando distintas exposiciones “tuerca” a beneficio, como por ejemplo para la Teletón.
María José conoció a Max, su pareja, cuando le compró un repuesto que ofrecía por Internet. Ella se enamoró de él, entre otras cosas, porque veía que este mecánico de oficio y soldador de minería conocía mucho el rubro y “sabía hacer la pega”.
El sueño de María José era tener un taller mecánico, se lo planteó a Max y hoy tienen su negocio llamadao “Paskigarage” en la casa en la que viven juntos en Ovalle. Su emprendimiento está creciendo a paso firme. Max está más enfocado en lo automotriz y María José en los repuestos, pero cualquiera de los dos tiene la experiencia necesaria para atender a los clientes más exigentes.
Pensaron bien su plan de negocio desde un comienzo, el que se basa en trabajar por agenda y no recibir más de dos vehículos consecutivos. Su objetivo es dedicarse cien por ciento a los autos que llegan y así dar garantía de que el cliente se irá conforme. “Muchos han llegado por recomendación y ese es el prestigio que queremos mantener. Queremos que el cliente se vaya informado, feliz y que vuelva”, dice María José.
Todo este trabajo les ha traído frutos. “Postulé a Capital Abeja Emprende de Sercotec donde fui destacada como mujer emprendedora de la región de Coquimbo ¡Claro, porque soy mujer!”, cuenta sonriendo y agrega: “También hice una capacitación para mujeres en la Gobernación, apoyada en la SeremamEG. Después de esta experiencia, me encantaría lanzarme con un emprendimiento en esta línea, dar charlas que permitan acotar la brecha informativa entre hombres y mujeres en mecánica automotriz. Además, fuimos beneficiados por la familia Luksic a través de la Fundación Impulso Inicial”, comenta María José.
Finalmente, María José y Max quieren seguir creciendo y tener un lugar físico acondicionado como taller mecánico y como sala de ventas de repuestos y, ojalá darle trabajo a alguien más. “Para eso hay que trabajar muchísimo porque los arriendos de talleres son muy caros. También estamos en conversaciones con algunas empresas locales para hacer la mantención a sus vehículos. Como ve estamos trabajando en fidelización y captación de clientes, pensando en el futuro. Es que me siento orgullosa de lo que hemos logrado”.