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Entre reinas y alfiles: la tradición del ajedrez en el centro de Santiago

La gente camina rápido hacia distintas direcciones, se escuchan las bocinas de los autos y el ruido del centro de la ciudad, algunos turistas se detienen a mirar los retratos de algún artista callejero, otros se reúnen alrededor de un humorista, a lo lej...

La gente camina rápido hacia distintas direcciones, se escuchan las bocinas de los autos y el ruido del centro de la ciudad, algunos turistas se detienen a mirar los retratos de algún artista callejero, otros se reúnen alrededor de un humorista, a lo lejos se escucha la prédica de un grupo cristiano, por otro lado la música que sale de los parlantes de una clase de salsa y en la otra esquina los ensayos de la banda municipal. En medio del ajetreo que caracteriza a la Plaza de Armas de Santiago, concentrados en su próxima movida, ajedrecistas de distintas edades y nacionalidades se reúnen cada día a practicar en el Club de Ajedrez, que desde hace 30 años funciona al aire libre en este núcleo histórico de la ciudad.   

“Es totalmente diferente a la idea que uno tiene de un club de ajedrez tradicional”, cuenta el presidente de la organización, Santiago Guzmán. “Los jugadores ya están acostumbrados al bullicio y es precisamente el ambiente lo que llama la atención de los turistas”, añade.

El club nació de forma espontánea a principios de los años noventa. Según se cuenta entre los integrantes del Club, alguien se instaló un día en la plaza con su tablero y de a poco comenzaron a reunirse otros aficionados del ajedrez. “Partió de manera modesta en las bancas de la plaza, las mismas personas llevaban sus juegos y materiales y se ponían a jugar. De a poco se fueron organizando cada vez más, hasta que en 1994 decidieron ir a la Notaría y se transformaron en una organización legal con personalidad jurídica en la Municipalidad de Santiago”, cuenta su presidente.

Actualmente el club mantiene 200 miembros activos, además, antes de la pandemia, recibían entre 300 y 500 “visitas” diarias, es decir personas que no pertenecen a la organización, pero que se sumaban a jugar alguna partida pagando una pequeña tarifa de entrada. “Abrimos temprano, como a las 11:00 de la mañana, y cerramos a las 20:00. Muchas de las personas que recibimos pasan, juegan un rato y se van. Son personas que van a hacer trámites o a comprar al centro, algunas personas que salen del trabajo y quieren distraerse un momento jugando alguna partida, también recibimos bastante turistas”, relata Santiago.

La mayoría de los socios tiene entre 40 y 60 años, sin embargo entre sus miembros hay varias personas de 90 años que antes de la emergencia sanitaria solían ir todos los días a jugar. Dentro de los integrantes también hay muchos migrantes, entre ellos peruanos, colombianos, venezolanos, cubanos, argentinos e italianos. “El Club para mucha gente se ha convertido en algo más que un lugar donde practicar, sino que en un punto de encuentro en el que se van forjando amistades con los años. Es algo bien bonito, se forman conversaciones, se transmiten los valores y beneficios que proporciona el ajedrez como deporte”, destaca su presidente.

Precisamente por el servicio a la comunidad que entregan a diario, así como el incentivo al deporte y recreación que realizan, el Club de Ajedrez Plaza de Armas fue reconocido en 2019 como patrimonio cultural vivo por parte de la Municipalidad de Santiago. Ese mismo año, con el objetivo de apoyar a que pudieran contar con mejores implementos, el programa Impulso Inicial de Fundación Luksic realizó una donación de 20 mesas, 40 sillas, 15 relojes y 50 juegos de piezas que permitieron renovar los materiales que utilizan los jugadores.

Durante 2020, no pudieron realizarse partidas por varios meses mientras la comuna se encontraba en cuarentena o en fase 2 del Plan Paso a Paso. Sin embargo, gracias a la implementación de un nuevo protocolo sanitario, hoy cuando la comuna está en fase de Transición el club puede abrir sus mesas y recibir jugadores. “Han sido meses difíciles porque hay que seguir cumpliendo los compromisos y perdimos la principal fuente de ingresos que eran las visitas. Tenemos que pagar los gastos comunes de nuestra sede y también pagar la bodega donde guardamos los materiales, pero con ingenio y aportes especiales de algunos socios hemos logrado sobrevivir”, asegura Santiago.

Hoy están esperanzados de poder retomar pronto las actividades que tienen pendientes. Por ejemplo, los torneos que organizaban cada año en la plaza o las “simultáneas”, que son partidas en las que se invita a maestros reconocidos del ajedrez para que jueguen al mismo tiempo contra 10 o 20 personas. El año pasado se realizó un evento para adultos mayores llamado “Agosto se pasa jugando” que esperan poder realizar nuevamente. También organizan actividades para los niños y otros eventos que son de tipo espectáculo, por ejemplo donde una persona juega sin mirar el tablero y va dictando las movidas mientras otra persona mueve las piezas.

Santiago dice que están confiados en que pronto puedan volver a reunirse nuevamente con normalidad “porque sabemos que el Club de Ajedrez es un ente vivo que aporta a la comunidad, a la convivencia, que entrega buenos valores y beneficios para las personas”.