Una puesta de sol en un día de verano en las playas de Bahía Inglesa, las coloridas montañas del altiplano chileno o el retrato del característico picaflor del norte son parte de las obras que la artista Karla Gallegos, también conocida como Karla Tiska en redes sociales, retrata día tras día en su hogar en Iquique, en la Región de Tarapacá.
Gran parte de los paisajes, colores y formas en sus obras son parte de los recuerdos que ha ido acumulando la artista tras vivir en distintas ciudades del norte del país. Copiapó, Illapel, La Serena e Iquique han sido su hogar, pero también su inspiración para crear el lenguaje que utiliza en sus obras, el que ella misma describe como “una mezcla de impresionismo y de mi entorno: las playas, la flora y la fauna”.
La joven oriunda de Copiapó disfrutó el arte desde pequeña. Sin embargo, el estigma sobre la poca estabilidad del oficio la hizo seguir otros caminos. “Siempre se ha considerado que uno no puede vivir del arte”, señala. Fue por eso que la emprendedora se dedicó a la arquitectura, hasta que la maternidad y su deseo de crear obras artísticas la hicieron volver a sus orígenes.
“Cuando retomé la pintura buscaba los horarios para poder estar sola, porque necesitaba mucha concentración. Entonces, ponía música fuerte y pensaba estrategias para que mis hijos no me interrumpieran. Los hacía pintar a ellos también, les pasaba rompecabezas, de todo”, recuerda la artista. En medio de ese proceso creativo partió tímidamente vendiendo a familiares y amigos cercanos, hasta que creó sus propias redes sociales, comenzó a confiar en su talento y a soñar en grande.
Durante ese proceso de crecimiento la artista conoció Impulso Inicial, programa de Fundación Luksic que entrega apoyos concretos a emprendedores. “La verdad es que postulé sin mucha fe, pero cuando me llamaron para decirme que había ganado no pude contener la emoción. Recibí un atril profesional muy versátil porque tiene ruedas, entonces puedo girarlo, poner lienzos más grandes o más chicos, fijarlo, achicarlo, etc.”, cuenta sobre su experiencia con el programa.
A futuro, sus proyecciones son poder concretar el anhelo de hacer una exposición presencial y por qué no, llegar a museos internacionales con sus obras. “Mi sueño es dejar el nombre de Chile muy alto”, afirma.
Mientras trabaja para concretar ese sueño, también ayuda a otros emprendedores que forman parte de la cadena de producción de sus cuadros. “Trabajo con un emprendimiento familiar que me fabrica los lienzos y con un carpintero de Iquique, así que ya no estoy sola. Somos tres personas que podemos ir creciendo gracias a esto. Todos nos ayudamos”.
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