Eduardo Castillo es el dueño de Agua Purificada Mary, un emprendimiento que lleva el nombre en honor a Mariela, su mujer, que falleció en noviembre de 2019. Este negocio que partió en honor a Mariela, se transformó en el principal ingreso económico con el que se sustenta su familia y hoy promete crecer en el corto plazo.
“En mayo de 2019 le detectaron un tumor cerebral a mi esposa Mariela, quien falleció ese mismo año. Tras ese duro golpe familiar, con mis hijas Melisa (10) y Amanda (3) nos vinimos a vivir a Tomé, donde hace tiempo teníamos el proyecto de construir nuestra casa en el sector Punta de Parra. En ese contexto y entendiendo que laboralmente tenía que reinventarme, un amigo me sugirió empezar a trabajar en el rubro del agua purificada y así lo hice”, relata Eduardo.
A finales del 2019 Eduardo empezó a armar su empresa, partiendo por formalizarse y conseguir la autorización sanitaria. En enero de 2020 ya estaba entregando agua purificada embotellada para uso domiciliario en las comunas de Tomé, Penco, Hualpén, Talcahuano y Concepción. La recarga del agua la hace en una planta de la comuna de San Carlos, en la Región de Ñuble. Luego la embotella en bidones con un dispensador, bombas electrónicas y máquinas de frío y calor, para finalmente distribuirlas en distintas comunas del Biobío.
“Con el apoyo de Fundación Impulso Inicial compré bidones y equipamiento. Además, invertí en un pequeño camión para poder trasladar mis productos, vehículo en el que caben cerca de 200 bidones. Mis principales clientes son domicilios particulares, pero ya tengo un par de clientes que son peluquerías. Yo fui preparando el camino de la difusión de mi emprendimiento a través de mis redes sociales, pero mi red familiar y amigos me ayudaron mucho promocionando mi trabajo”, cuenta este emprendedor.
Eduardo asegura que su emprendimiento se basa en tres pilares: calidad del producto, buen precio y adecuado tiempo de entrega. Además, tiene dos promociones permanentes: no cobra extra por cargar a quienes piden el llenado de tres bidones juntos o a quienes están dentro de su ruta programada para el día. Él tiene clara su competencia, pero confía en que marca la diferencia y por eso sus clientes lo prefieren. Incluso ya tiene alianza con algunas personas en distintos sectores, quienes le captan clientes a cambio de una comisión.
“Soy una persona que salió de la extrema pobreza y que logró llegar a estudiar a la universidad. Soy ingeniero en prevención de riesgos y cuando trabajaba en Rancagua claramente ganaba más, pero tener tu propia empresa tiene sus beneficios. Cuesta mucho dejar de trabajar como dependiente y es difícil dejar el confort de un cargo, pero ahora lo que más valoro es tener un horario laboral que me permita hacer el rol de papá. Vivimos los tres solitos y han sido momentos muy difíciles, pero teníamos el sueño de una casa, la que hace poco terminaron de construir y eso ha sido el gran premio” cuenta Eduardo Castillo.
Eduardo cuenta que tiene definidos dos proyectos para desarrollar en el corto plazo, vender a las empresas del rubro industrial y tener a fin de año su propia planta de agua purificada. Este emprendedor ve con optimismo su negocio: «En general, en la región están comprando más agua purificada porque la calidad del agua está a bajo nivel y la gente quiere cuidar su salud”.
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